El baile de los que sobran



Desde pequeño tuve una radio al lado. Recuerdo de esos años la canción de Los Prisioneros, aquella banda chilena tan simple en su música pero tan punzante en las letras,la tan tarareada "El baile de los que sobran". La canción era un himno generacional que describía los años ochentas como una época sin igualdad de oportunidades para todos.

La radio siempre se ha caracterizado, al menos en el Perú, por su poco riesgo, por el sólo ofrecer posibilidad a los que, para ellos, le dan la seguridad de tener publicidad. Recuerdo los años ochentas, cuando tenía que ir al centro de Lima para adquirir una copia pirata en Colmena de cualquier banda que no sonará en la radio. Ya no eran tiempos de Michael Jackson,y buscaba algo diferente. Algunas emisoras transmitían algún programa alternativo, pero no era suficiente. Eran tiempos de las grabadoras con doble cassetera. El vinilo estaba muriendo.

Llegaron los noventas y trás el fenómeno Nirvana parecía que todo cambiaría. Al inicio las radios empezaron a arriesgarse, pero una vez acabada la moda todo volvió a ser merengue y tecno cumbia. Pasaron los años y todo seguía siendo muy reducido. Sólo quedaba ir al mercado informal, o encargarle a alguien que te trajera un disco cuando regresará de un viaje al extranjero. También quedaban las discotecas que se resisten a morir en el tiempo como Bauhaus, Nebula, entre otros.

La radio se mostraba intratable y cada vez era peor. Las tradicionales radios de rock se volvieron salseras y pachangueras. Sólo quedaba Doble 9, que nunca me parecio una alternativa. Con la llegada de internet todo cambio. La información transitaba velozmente, las posibilidades para estar al tanto de lo que ocurría en el ámbito alternativo se multiplicaron. Hoy, la radio no es una necesidad. Es sólo una alternativa.

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